De afuera

El pasado 5 de Febrero, el Pueblo Ecuatoriano fue a las urnas, con muy alto nivel de Participación Popular.

Fuente: https://depunoyletraweb.com/

Por Alberto Cortés

Entre 2007 y 2017 Rafael Correa presidió el gobierno. Ministro de economía del gobierno anterior, al cual renunció en desacuerdo con la posición poco firme del mismo frente al F.M.I., ganó luego las elecciones sin llevar candidatos al Congreso, impulsó una profunda reforma constitucional y fue reelecto por amplia mayoría en dos oportunidades, llevando a cabo un Programa de Desarrollo Nacional y Redistribución del Ingreso y reduciendo considerablemente el delito y la inseguridad ciudadana; tras una estrategia de auditar la deuda y no subordinarse a los intereses de los acreedores externos (“Buen vivir”). Cerró además la base norteamericana de Manta. Al culminar su segundo mandato dentro de la nueva Constitución, se eligió a Lenín Moreno (que había sido su vice en el primero de esos mandatos) para continuar su legado. Moreno fue electo con el apoyo de Correa, pero inmediatamente traicionó su programa y aplicó uno neoliberal.

Durante el gobierno de Rafael Correa, siendo Alberto Acosta –Ex Presidente de la Constituyente- su Ministro de Energía y Minas; se tomaron algunas iniciativas como la Yasuní-ITT, que pretendía conformar un fondo internacional a través del cual se compensara a Ecuador por renunciar a explotar el petróleo en el parque Yasuní, por décadas, hasta que estuvieran disponibles tecnologías que permitieran reducir sustancialmente el impacto sobre el ambiente y también sobre los pueblos originarios próximos. Los recursos que se lograron reunir fueron escasos y Correa optó finalmente por habilitar la explotación. Este tipo de situaciones produjeron el alejamiento de Acosta (que más adelante fue candidato presidencial opuesto al correísmo por fuerzas de izquierda) y la ruptura con el Movimiento Indigenista, con su brazo social la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) y político, el partido Pachakutik. Es un ejemplo, entre otros, de las tensiones que ha habido, a lo largo del siglo XXI, entre algunos gobiernos progresistas latinoamericanos y el programa ambiental y de respeto a los pueblos originarios en sus territorios.

En las elecciones de 2021 -proscripto Correa, que originalmente era candidato a vice -el Correísmo se presentó con la fórmula Andrés Aráuz-Carlos Rabascall, pero la división con el movimiento Pachakutik (que se fue alejando de sus orígenes, y algunos de cuyos dirigentes han apoyado políticas neoliberales) permitió el triunfo del candidato de la derecha, Guillermo Lasso.

Este, principal accionista del Banco de Guayaquil, denunciado en los “Pandora Papers” y reiterado candidato neoliberal a la Presidencia, logró esta vez vencer a Aráuz y convertirse en presidente del país, con un programa claramente pronorteamericano. Ya en el gobierno, impulsó acuerdos que tienden a transformar al Ecuador – con su economía ya dolarizada desde el 2000 – prácticamente en un protectorado norteamericano.

A la desastrosa gestión de la pandemia de Moreno se sumaron los efectos del programa desarrollado por él y por su sucesor Lasso, con sus consecuencias de gran aumento de la pobreza, de la violencia y la inseguridad, y la represión de los alzamientos populares que fueron su corolario, durante la gestión Moreno y también la de Lasso. La persecución y estigmatización contra el correísmo fueron feroces. El vicepresidente de Lenin, Jorge Glass, que se mantuvo leal al correísmo fue encarcelado durante varios años, lawfare mediante y el propio Correa – que se había ido a vivir al país natal de su esposa, Bélgica – fue condenado en tribunales con argumentos tan ridículos como que ejercía “influjo psíquico” sobre otros funcionarios, acusados a su vez de corrupción. Hasta personas que habían ocupado cargos muy menores como choferes y similares durante el gobierno de Correa, fueron perseguidos por ese hecho en ambas gestiones neoliberales, no sólo por quienes ocupaban funciones públicas, sino especialmente por la prensa hegemónica que apoyaba el programa neoliberal.

Moreno impulsó una consulta popular, con el fin de descolocar al correísmo. Esa misma prensa se negó incluso a aceptar avisos pagos de quienes se oponían a la posición oficial y el oficialismo ganó la consulta, afianzándose temporalmente y apropiándose incluso del partido de Correa, Alianza País. El correísmo, que estuvo a punto de ser proscripto lisa y llanamente en la presidencial de 2021 (como lo fue la misma persona de Correa), actúa actualmente bajo el nombre de Movimiento Revolución Ciudadana.

En marzo del 22, la Asamblea Nacional, con el voto del correísmo (bajo la sigla de la alianza UNES), Pachakutik y otros legisladores aprobaron una amnistía para 268 personas, presas por las movilizaciones populares de 2019 y defensores de la naturaleza. Lasso intentó anularla judicialmente pero fracasó.

Envalentonado por el ejemplo de Moreno en el Referéndum Constitucional y Consulta Popular de 2018, que aquél ganó por 2/3; Lasso, con su popularidad en acentuado declive, lanzó otra consulta junto con las elecciones locales del pasado domingo. De las ocho preguntas, la propaganda oficialista hizo énfasis en algunas que parecían orientadas a combatir la violencia –asunto de gran preocupación ciudadana actualmente– como, por ejemplo, la autorización para extraditar narcotraficantes. Otras apuntaban a reducir los espacios de participación ciudadana y un par, trataban de pintar un poco de “verde”, la consulta, aunque encubrían en realidad propuestas extractivistas. Se sospecha que algunas fueron pedidas por EE.UU.

Como en situaciones anteriores desde la traición de Moreno, la cancha estuvo totalmente desnivelada a favor del SI y de los candidatos oficialistas. La prensa hegemónica difundió ampliamente encuestas –que ya habían fallado anteriormente y que respondían al poder– que le daban un triunfo por el 70%. Hubo bots, con miles de cuentas falsas que descalificaban a los opositores al gobierno y favorecían directa o indirectamente al oficialismo. El consultor español Julián Macías Tovar realizó un estudio y encontró en la otra punta del ovillo a asociaciones financiadas por la N.E.D. (National Endowment for Democracy), una entidad creada por Reagan en los 80, para reemplazar a la C.I.A. (que había quedado demasiado desprestigiada), en algunos tipos de operaciones de ingerencia del gobierno norteamericano en otros países, violando sus soberanías. Precisamente en Venezuela, en este momento, se debaten leyes para poner coto a estas ingerencias indebidas a través de supuestas “ONGs”. La prensa hegemónica mundial levanta por supuesto su voz indignada por estos intentos “dictatoriales” de “controlar a la sociedad civil”. Algo similar pasó antes en Nicaragua.

El resultado de la elección fue apabullador para Lasso, que había anunciado un mensaje al país esa noche y lo canceló, guardando luego un largo silencio: No sólo que perdió el SI, para todas las preguntas en 21 de los 24 departamentos, sino que Revolución Ciudadana ganó varias prefecturas departamentales (gobernaciones), pasando de 2 que detentaba a controlar 9,  incluidas las de Pichincha y Guayas, donde se ubican las dos principales ciudades del país, Quito y Guayaquil respectivamente, cuyas alcaldías municipales también fueron ganadas por la misma fuerza política. La de Guayaquil, reviste además una enorme importancia histórica: Esta ciudad era el bastión de uno de los principales partidos de la derecha, el Socialcristiano, que la gobernaba desde hacía 31 años, y es la ciudad de Lasso. Muchos observadores ven en Rafael Correa el principal artífice –a la distancia– de este triunfo. Correa comenzó a impulsar la “muerte cruzada”, un procedimiento constitucional que permite la disolución de ejecutivo y legislativo y la inmediata convocatoria a elecciones para ambos.

En la ciudad de Puerto López – Departamento Manabí, sobre la costa Pacífico -, el candidato favorito a la alcaldía, Omar Menéndez, correísta, fue asesinado el día previo a la elección, que ganó ampliamente, muerto. Revolución Ciudadana designó a su sucesora como establece el marco legal. En buena medida, se puede atribuir a la propaganda oficialista, que descalificaba a los opositores como “narcotraficantes”, la incitación a éste y otros crímenes. Menéndez no fue el único asesinado en la campaña.

Las Oligarquías Locales Latinoamericanas y sus Amos del Norte no vacilan en recurrir a todo tipo de manipulaciones Antidemocráticas, y de Crímenes, en supuesto nombre de la «Democracia” y “Libertad”. Pero los pueblos no comen vidrio y como dijo el Presidente Norteamericano Abraham Lincoln: “Puedes engañar a todas las personas una parte del tiempo y a algunas personas todo el tiempo, pero no puedes engañar a todas las personas todo el tiempo».

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