Fuente: El Agrario
Por Jorge Pirotta | 02-04-2023 

El viernes último viví, por primera vez en mi vida, junto a mi hijo menor, algo que me conmovió profundamente. Mientras una banda militar tocaba el Himno Nacional Argentino, más de 80 mil almas lo cantábamos con fuerza y orgullo nacional, frente a un grupo de excombatientes. Después de los aplausos, surgió con naturalidad “el que no salta es un inglés, el que no salta es un inglés…”.

En todo el país, desde anoche en vigilia y hoy en muchísimos lugares, se recuerda a nuestros héroes de Malvinas. A la medianoche, la Cancillería argentina emitió un comunicado en el que afirma que «como cada 2 de abril, y a 41 años del inicio del Conflicto del Atlántico Sur, el Gobierno y el pueblo argentinos honran a nuestros compatriotas que combatieron con valor y heroísmo por la recuperación del ejercicio efectivo de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes».

Además, remarcó que «El Gobierno argentino no claudicará y continuará impulsando políticas de Estado en el marco del mandato establecido en la Disposición Transitoria Primera de nuestra Constitución Nacional, que refleja el sentimiento de todos y todas los argentinos y argentinas».

Sin querer entrar a analizar la sinceridad o el oportunismo de cada gobernante, lo cierto es que todos nuestros gobiernos han sostenido el reclamo de soberanía de nuestro país sobre esa parte de nuestro territorio invadida en 1833 por el Imperio Británico, como en tantos lugares del mundo lo han hecho.

Sin dudas, la causa de Malvinas nos une.

¿Tendremos el valor, la humildad, el patriotismo y la capacidad necesaria para unirnos tras otras causas trascendentes para el presente y el futuro de nuestro país, como lo son eliminar la pobreza y la indigencia?

Hoy, Domingo de Ramos para la feligresía católica, ante una colmada Plaza San Pedro, el papa Francisco pidió por los pobres y marginados, a quienes consideró «íconos vivos de Cristo».

«Hay pueblos enteros explotados y abandonados a su suerte; hay pobres que viven en los cruces de nuestras calles, con quienes no nos atrevemos a cruzar la mirada”, resaltó y al rogar por los pobres dijo «Hoy hay tantos cristos abandonados».

Así, para el Papa, «Jesús abandonado nos pide que tengamos ojos y corazón para los abandonados»«Para nosotros, discípulos del abandonado, nadie puede ser marginado; nadie puede ser abandonado a su suerte. Porque, recordémoslo, las personas rechazadas y excluidas son íconos vivos de Cristo», reclamó.

Hoy lamento volver a preguntar: ¿Y por casa cómo andamos?

El INDEC publicó hace pocos días que el índice de pobreza de nuestro país asciende al 39,2%, es decir que casi 4 de cada diez habitantes de la Argentina son pobres. Y hay más de 3 millones de personas que están en la indigencia, personas que no pueden satisfacer las necesidades más elementales, principalmente en lo referente a domicilio, alimentación, agua y saneamiento, entre otros.

Lo primero que nos generan esos datos es tristeza, seguramente. Pero también nos deberían generar bronca, indignación. ¿Cómo puede ser que después de cuatro décadas ininterrumpidas de democracia lo único que tuvimos respecto del problema de la pobreza fueron promesas de campaña?

Tengamos memoria, por favor: “con la democracia se come, se cura y se educa” afirmó el Dr. Alfonsín, y seguramente lo dijo con absoluta sinceridad. ¿Entonces? Se tuvo que ir seis meses antes de terminar su mandato. El Dr. Menem dijo que los ejes de su gobierno iban a ser “revolución productiva y salariazo”. Alguna vez, muchos años después, confesó que si él decía lo que realmente iba a hacer nadie lo iba a votar.

Tuvimos el 1 a 1, un dólar = un peso, la “convertibilidad”, que requería que por cada peso circulante el Banco Central debía tener un dólar en su bóveda. Y como los dólares no alcanzaban, le pedíamos prestado al FMI dólares para compensar, y así crecía y crecía la deuda externa que nunca supimos, pudimos o quisimos poner en duda, a pesar de saber que había sido ilegalmente generada por la dictadura.

Eximo a quien lee estas reflexiones de remover más y más nuestra historia reciente, pero es innegable que la promesa de un país mejor, “pobreza cero” o “salarios dignos” ha estado presente en todas las campañas. “Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar” dijo Perón y, mal que les pese a los antiperonistas (que a veces ni siquiera saben por qué lo son), Perón hizo mucho más de lo que prometió y sus políticas sociales y económicas permitieron el nacimiento de una enorme clase media, hijos y nietos de trabajadores que nunca habían gozado de derechos.

En una anterior editorial me preguntaba y les preguntaba a nuestros lectores “¿Por qué nos cuesta TANTO ponernos de acuerdo?” Y reconocía que un año electoral tal vez no era el mejor momento para ponerse de acuerdo, pero ¿cuándo va a ser el mejor momento?

Hay que «hacer un esfuerzo para que este dolor de cuando uno

ve los números de la pobreza se transforme en políticas concretas que

cambien la realidad de la gente» (Wado de Pedro)

Los opositores le echan la culpa del 39,2% de pobreza al gobierno actual, como si ellos no hubieran tenido nada que ver con las políticas que se implementaron y que dieron como resultado desocupación, quiebre de empresas, pérdida del poder adquisitivo de los salarios, en fin, lo que ya todos conocemos y padecemos.

Ahora bien, el gobierno no se puede quedar en decir “son cifras que nos duelen” y la oposición no nos puede tomar como estúpidos proponiendo como soluciones las mismas políticas que ya se aplicaron y que no funcionaron para mejorar la vida del pueblo argentino. Lo que muestran como avanzado en realidad atrasa, ya fue probado por distintas administraciones que, acorraladas por el poder concentrado, adoptaron políticas liberales que a los únicos que beneficiaron fue a los miembros de ese poder concentrado.

El Peronismo tiene una enorme responsabilidad, porque su bandera principal siempre ha sido la Justicia Social. Al igual que la oposición, se encuentra en una etapa de definición de candidaturas presidenciales. El ministro del interior, Eduardo “Wado” de Pedro, afirmó hoy que el Frente de Todos “está en proceso de diálogo” y que se habla de “ir a las PASO con dos fórmulas”. Está bien, tiene que haber candidatos y que se elijan con participación ciudadana es mucho mejor que el “dedo mágico”.

Pero de lo que dijo Wado de Pedro, a mi humilde entender, lo más importante no fue eso. Dijo que «nuestra discusión es cómo ordenarle la vida a la gente».

«Vino Macri, generó una transferencia de recursos hacia los sectores más pujantes que desordenó la vida de, por lo menos, la clase media y la clase baja», sostuvo De Pedro y afirmó que «con lo cual, para nosotros esta es la discusión, nosotros prometimos volver a ordenar la vida de la gente en 2019 por lo menos de la clase media y la clase baja».

El funcionario manifestó que «nosotros prometimos volver a ordenar la vida de la gente en 2019 y llegó la pandemia, la guerra y la sequía, pero también podríamos haber hecho las cosas de otra forma con resultados mejores» tratando «de redistribuir haciendo un esfuerzo mayor en todas las áreas de gobierno y es lo que pedimos hoy».

En ese contexto, sostuvo que hay que «hacer un esfuerzo para que este dolor de cuando uno ve los números de la pobreza se transforme en políticas concretas que cambien la realidad de la gente».

Bueno, al menos alguien que bien podría ser uno de los candidatos presidenciales del peronismo empieza a hablar de lo que realmente hay que hablar: un programa, un plan de acción de gobierno que apunte a resolver la tremenda inequidad que existe en nuestra sociedad.