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Resistir la Hegemonía: La Lucha por una Educación Crítica y una Cultura Soberana. Por: Oscar Rodríguez

Resistir la Hegemonía: La Lucha por una Educación Crítica y una Cultura Soberana.
Por: Oscar Rodríguez
La imposición de un sentido común y una hegemonía cultural que favorecen a las élites es una táctica que históricamente ha sido utilizada para mantener el status quo y perpetuar las desigualdades. Bartolomé Mitre jugó un papel significativo en este proceso.
Nos vemos en la obligación de generar un fuerte cuestionamiento para resistir estas imposiciones y fomentar una sociedad más justa e igualitaria desde las bases.
Mitre utilizó su influencia para construir una narrativa histórica que servía a los intereses de las élites económicas y políticas de su tiempo. La historia oficial que Mitre promovió no solo exaltaba a ciertos próceres y eventos, sino que también marginalizaba y silenciaba a otros, consolidando una identidad nacional que justificaba y naturalizaba las desigualdades y las estructuras de poder existentes. Esta narrativa no era neutral ni objetiva; era una herramienta de control ideológico que buscaba perpetuar el dominio de un grupo selecto sobre el resto de la sociedad.
La historia oficial de Mitre no era una simple interpretación de los hechos, sino una construcción deliberada para sostener un orden social injusto. Al ensalzar figuras selectas y omitir o distorsionar otras, Mitre contribuyó a crear un relato que favorecía la consolidación del poder en manos de unos pocos y negaba la diversidad y riqueza de la historia argentina.
En la actualidad, Javier Milei representa una nueva forma de hegemonía cultural. Bajo la fachada del liberalismo, Milei aboga por desmantelar las estructuras culturales, científicas y tecnológicas locales. Este desprecio hacia la producción cultural y científica nacional no es solo un reflejo del neoliberalismo, sino una estrategia neocolonial que busca perpetuar nuestra dependencia de poderes extranjeros.
Milei, con su retórica incendiaria, promueve un modelo de país que desestima y destruye nuestras capacidades locales en favor de intereses externos. Esta postura no solo amenaza nuestra autonomía cultural y científica, sino que también refuerza una narrativa que desvaloriza nuestro potencial y nuestra identidad.
La promoción de un pensamiento crítico desde los estamentos educativos es esencial para resistir estas imposiciones.
Para esta resistencia, la educación debe ser una herramienta de emancipación, que fomente la capacidad de cuestionar y desafiar las narrativas impuestas por las élites. Necesitamos una educación que no solo transmita conocimientos, sino que también inspire a los estudiantes a reflexionar críticamente sobre su realidad y a imaginar alternativas más justas y equitativas que promuevan la construcción de un país libre.
Las bibliotecas populares juegan un papel crucial en este proceso. Son espacios democráticos de acceso a la información donde todos, sin importar su condición social, pueden acceder a libros y recursos que les permitan ampliar su conocimiento y desarrollar un pensamiento crítico.
son centros de socialización e intercambio de ideas, fomentando la participación ciudadana y el compromiso social. Al democratizar el acceso a la información y proporcionar un espacio para el debate, estas bibliotecas ayudan a construir una sociedad más consciente y crítica.
Siendo fundamental fortalecer nuestras instituciones educativas y culturales para que se conviertan en verdaderos motores de cambio y emancipación. La entrega de nuestra soberanía cultural y científica a intereses extranjeros no solo nos debilita como nación, sino que también nos priva de la capacidad de construir un futuro basado en nuestras propias fortalezas y aspiraciones.
Es imperativo resistir la imposición de un sentido común y una hegemonía cultural que perpetúan las desigualdades y favorecen a las élites. Promover un pensamiento crítico desde los estamentos educativos y valorar nuestras propias capacidades culturales y científicas son pasos esenciales hacia la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.
Es hora de actuar en defensa de un modelo de justicia social. Debemos movilizarnos para fortalecer nuestras instituciones educativas y culturales y asegurar que se conviertan en verdaderos motores de cambio y emancipación. Solo así podremos construir un futuro donde la justicia y la igualdad sean una realidad para todos.
El futuro de nuestra nación depende de nuestra capacidad para resistir las imposiciones internas y coloniales que vienen desde los albores de nuestra patria. Debemos ser conscientes de nuestra capacidad para construir un país libre y una identidad basada en la equidad y la justicia. Es nuestra responsabilidad luchar por una educación que libere y un sistema cultural que nos fortalezca, para que cada ciudadano pueda participar plenamente en la creación de un país más justo y soberano.

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