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Todavía marchamos – Por Ludmila Ferrer

La primera movilización por el 24 de marzo

Fuente: https://revistaharoldo.com.ar/

Por Ludmila Ferrer

El 21 de marzo de 1985 se realizó, en Plaza de Mayo, una concentración protagonizada por organismos de derechos humanos que se considera el germen de la ya célebre marcha del 24 de marzo. La valentía, constancia y creatividad de las pioneras y los pioneros de aquellos acontecimientos iluminan hasta hoy el camino de quienes siguen batallando por memoria, verdad y justicia.

Eran las 20:45 hs del jueves 21 de marzo de 1985 cuando la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, agarró el micrófono. De espaldas a la Casa Rosada y desde el pie del monumento a Belgrano, Hebe advirtió acerca de la posibilidad de que hubiera una amnistía para los genocidas, en especial para los mandos medios de las Fuerzas Armadas. Faltaba poco para que iniciaran, el 15 de abril, las audiencias públicas -que fueron transmitidas sin sonido por la televisión- del juicio a las Juntas Militares. “No queremos paredón, el mejor paredón son 30 años de prisión”, bramó la titular del organismo de derechos humanos. La movilización, que se estima reunió a alrededor de 30 mil personas, fue semilla de lo que al año siguiente fue la marcha del 24 de marzo, que con el tiempo se transformó en masiva y convirtió en inclaudicable el reclamo por memoria, verdad y justicia.

“En los 80 la movilización era impresionante. Eran las Madres las que convocaban a marchas gigantescas junto a otros organismos. Pero a los que vivimos esa época se nos mezclan las marchas”, cuenta Margarita Noia, integrante de Hermanos de Desaparecidos por la Verdad y la Justicia, secretaria de Derechos Humanos de la CTA Autónoma de la Capital e hija de Josefina “Pepa” García de Noia, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo.

“Ninguno nos vamos a acordar porque no era la primera marcha a la que íbamos -afirma por su parte Virginia Franganillo, que formó parte de la Comisión de Familiares de Presos Peronistas después de que metieran preso a su hermano, Luis “el Pájaro” Franganillo, y a su cuñada, Estela Cereseto -. Cuando sos protagonista de un tiempo no sos consciente”.

Movilización de Madres de Plaza de Mayo en el marco de la campaña “Dele una mano a los desaparecidos” organizada por las Madres.Ciudad de Buenos Aires, 21 de marzo de 1985. Foto: ANM/Guillermo Loiacono (Archivo Nacional de la Memoria/ Fondo Guillermo Loiacono)

Déle la mano a los desaparecidos
En enero de 1985, las Madres habían anunciado el inicio de la campaña “En el año de la juventud, déle la mano a los desaparecidos”. La idea era sencilla: en una hoja de papel con esa inscripción las personas apoyaban su mano para trazar el contorno de esta y luego firmar o escribir lo que desearan. “El 24 de marzo de 1985 al cumplirse el 9° aniversario de la instauración de la brutal dictadura que sufrió nuestro país, queremos cubrir la ciudad de Buenos Aires con las manos de millares de personas que rechazan cualquier intento de amnistía y exigen juicio y castigo a los culpables del crimen de lesa humanidad cometido por las FFAA. Haga fotocopias de la hoja y mándenos también las manos de sus amigos. No le damos las gracias porque creemos que es un deber luchar por la dignidad de la persona humana”, expresaba el comunicado firmado por Hebe. En una filmación de la época, se puede ver a la titular de Madres en la Plaza, cubierta por un paraguas que la protege del sol, que afirma: “Y si para el 24 de marzo tenemos miles de manos que nos han dado en este pueblo hermoso, haremos una gran fila de manos (…) para que todos les den las manos a los desaparecidos que las necesitan, las están esperando”. Las consiguieron.

Ese jueves 21, día de la ronda de las Madres, guirnaldas de manos zigzagueaban a lo largo de Avenida de Mayo, entre la Plaza del Congreso y la Plaza de Mayo. La campaña, que se había elevado incluso a nivel internacional, dio sus frutos y desde el organismo informaron que llegaron manos de 86 países. Quizás una de las más notables fue la de Sandro Pertini, quien entonces era presidente de Italia y recibió a una delegación de Madres -encabezada por Nora Cortiñas- en su visita a la Argentina. “Esta es mi mano izquierda, la mano del corazón, colmada de angustia por la cruel suerte de los desaparecidos”, decía la hoja con la firma del mandatario.

“Las Madres trataban de tener mucha creatividad, de hacer cosas que llamaran la atención”, recuerda María Adela Antokoletz, integrante de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos-Desaparecidos (Fedefam), hermana de Daniel Víctor Antokoletz, desaparecido en 1976, e hija de María Adela Gard Pérez de Antokoletz, otra de las fundadoras de Madres.

Asimismo, María Adela menciona que otras de las propuestas artístico-políticas que llevaron adelante las Madres fueron las marchas de las máscaras o El Siluetazo, ideado por Rodolfo Aguerreberry, Julio Flores y Guillermo Kexel en 1983 para hacer presentes a los 30 mil desaparecidos y desaparecidas en las calles, con siluetas de personas -hechas también con la participación popular- pintadas en cartulinas.

“En ese momento todavía había mucha esperanza en el fondo de nosotros de la aparición con vida”, dice Margarita. “Era muy difícil, pero quedaba un resquicio de que íbamos a saber qué pasó con nuestros familiares”.

Movilización de Madres de Plaza de Mayo en el marco de la campaña “Dele una mano a los desaparecidos” organizada por las Madres. Ciudad de Buenos Aires, 21 de marzo de 1985. Foto: ANM/Guillermo Loiacono (Archivo Nacional de la Memoria/ Fondo Guillermo Loiacono)

Pido castigo
Poco antes de la marcha del 21, el entonces presidente Raúl Alfonsín había estado de gira en Estados Unidos y en un discurso frente al Congreso de dicho país había señalado que “habría que tener poderes celestiales para darles vida” a los desaparecidos. “¿Quién le dijo que están muertos, quiénes son los asesinos, cómo se enteró?”, inquirió Hebe en su discurso de espaldas a la Rosada. La multitud, en tanto, coreó: “Alfonsín, te quedan dos caminos, unite con el pueblo, o con los asesinos”.

Con el Juicio a las Juntas a días de comenzar, Hebe apuntó contra el Poder Judicial porque “cuando empezaron a llevarse a nuestros hijos, acudimos a los jueces y les decíamos que eran torturados en comisarías; esos jueces serviles y corruptos callaron, no cumpieron con su deber y se pusieron a los pies de la dictadura”. “Por eso los rechazamos hoy, porque la mayoría son los jueces del ‘76; no estamos en contra de la Justicia, sino contra la justicia lenta y corrupta, que de tan lenta y corrupta se convierte en injusticia”, aseguró.

Para cerrar la noche, Hebe leyó un poema que parecía hecho para la ocasión: “Los enemigos”, de Pablo Neruda. “Por estos muertos, nuestros muertos/ pido castigo./ Para los que de sangre salpicaron la patria/ pido castigo./ Para el verdugo que mandó esta muerte/ pido castigo./ Para el traidor que ascendió sobre el crimen/ pido castigo. / Para el que dio la orden de agonía/ pido castigo./ Para los que defendieron este crimen /pido castigo. /No quiero que me den la mano/ empapada con nuestra sangre/ pido castigo./ No los quiero de embajadores/ tampoco en su casa tranquilos./ Los quiero ver aquí juzgados/ en esta plaza en este sitio./ Quiero castigo,/ quiero castigo”.

Según las crónicas periodísticas, en la movilización participaron los diputados nacionales Augusto Conte (Democracia Cristiana), Santiago López, Hugo Piuccil (UCR), Raúl Rabanaque Caballero y Miguel Monserrat (PI); el pianista Miguel Angel Estrella; el escritor Ernesto Sábato, el actor Víctor Laplace y los dirigentes Néstor Vicente, Raúl Aragón, Graciela Fernández Meijide, Dante Gullo, Alfredo Bravo, Luis Zamora e incluso Patricia Bullrich.

Movilización de Madres de Plaza de Mayo en el marco de la campaña “Dele una mano a los desaparecidos” organizada por las Madres. Ciudad de Buenos Aires, 21 de marzo de 1985. Foto: ANM/Guillermo Loiacono (Archivo Nacional de la Memoria/ Fondo Guillermo Loiacono)

Un hito
Al año siguiente la marcha se hizo el lunes 24 de marzo. Pero María Adela apunta que la actividad más frecuente para ese día era una radio abierta que se hacía sobre Diagonal Norte en la que participaban Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y otras personas no agrupadas. “Cada vez que volvíamos con mi madre sentía que habíamos cumplido el deber de los 24”, afirma.

Virginia, por su parte, recuerda la sensación que le provocó poder marchar una vez que se recuperó la democracia. “Cuando asumió Alfonsín, mi organización movilizó. Y cuando llegué a casa y prendí la luz fue una conmoción, sentí alivio. Yo vivía cerca de avenida Corrientes, tenía a la vuelta una unidad básica y cuando prendía la luz y miraba a un patio interno me imaginaba cómo venían (los militares a buscarnos). Lo que se recuperaba (con la democracia) era la libertad de que no te mataran”, cuenta.

Para María Adela, la marcha del 24 que marcó un antes y un después fue la de 1996, cuando se cumplieron 20 años del golpe de Estado. “Ahí vinieron personas que jamás habían marchado ni pisado la Plaza”, asegura.

Y Margarita coincide. “Esa marcha tuvo la fuerza de hacerme creer en algo, sentí que estábamos todos en la calle, en las veredas, en la Plaza, era impresionante, te llenaba el alma. Ese día sentí que el 24 de marzo es importantísimo por varias cosas, pero principalmente una -señala la hermana de María Lourdes Noia, desaparecida en octubre de 1976-. Cuando dieron el golpe se veía como algo ‘normal’, ningún gobierno democrático terminaba el mandato. En esa marcha de los 20 años sentí que le decíamos nunca más a un golpe de Estado. Vivir lo que vivimos, no poder elegir, no lo quiero para mis hijos, mis nietos ni los que vendrán. No hay nada peor que vivir en dictadura y la memoria significa decirle nunca más a los golpes de Estado y las dictaduras”.

Ludmila Ferrer 

Licenciada en Comunicación Social (UBA) y periodista. Escribe y edita en Página|12 El Grito del Sur, donde también coordinó la edición del libro «El Grito del Sur. Diez años de periodismo popular en la Ciudad de la Furia» (2022). Realizó investigación periodística para los libros «Superdios. La construcción de Maradona como santo laico» (Capital Intelectual, 2021) y la reedición actualizada de «La Montonera: Biografía de Norma Arrostito» (Sudamericana, 2022) de Gabriela Saidón. Trabajó como asistente de producción audiovisual y fue redactora en la Agencia de Noticias de la Carrera de Ciencias de la Comunicación,  Anccom.

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