Litio en Argentina: el país se encamina a estar entre los tres máximos proveedores del mundo
Las iniciativas en curso prevén que se produzcan hasta 260.000 toneladas del mineral para el año próximo, mientras se consolida en el avance de los ocho proyectos que cuentan con capital extranjero, para abastecer la demanda de baterías
En la actualidad, Argentina es el cuarto productor mundial de carbonato de litio (LCE), con tres proyectos en operación comercial: Salar de Olaroz, en Jujuy, de la empresa australiana Allkem; Fénix, en Catamarca, de la estadounidense Livent; y desde hace dos meses Olaroz Cauchari, también en la provincia de Jujuy, de la firma Exar.
Dado el proceso de transición energética que enfrenta el mundo y el crecimiento de la demanda de los insumos que serán necesarios para llevarlo adelante, Argentina tiene una gran oportunidad para apropiarse de una fracción cada vez mayor de la oferta mundial de minerales, especialmente como proveedora de litio para las baterías de vehículos eléctricos.
Ese interés se refleja en los ocho proyectos en construcción más avanzados que cuentan con capitales principales de empresas de Estados Unidos, China, Corea del Sur, Francia y Australia.
Lejos de ser considerado un commodity -ya que el carbonato de litio tiene una amplia gama de calidades debido al mineral en sí pero también al tratamiento químico que se le aplica-, el LCE tiene un precio muy disímil y por demás volátil como se demostró en los últimos dos años.
Así de pasar de un precio en el mercado spot de US$ 8.000 en 2020 a un récord de más de US$ 80.000 a mediados de 2022, en la actualidad registra un desplome superior al 60% promediando en torno a los US$ 30.000.
Por ese motivo, las proyecciones se consolidan actualmente en los volúmenes que la Argentina podrá producir en los próximos años teniendo en cuenta la cartera de proyectos que incluyen ampliaciones de operaciones ya en marcha, los que se encuentran en construcción y los que están en etapa avanzada de desarrollo.
Las inversiones comprometidas en un total de 35 proyectos registrados oscilan para los próximos años entre los US$ 6.000 y US$ 7.000 millones, de acuerdo a la Secretaría de Minería y de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros.
ARGENTINA SERÁ UNO DE LOS EJES DEL CRECIMIENTO A NIVEL GLOBAL
La minera australiana Allkem prevé triplicar su producción global de litio en 2025 hasta las 120.000 toneladas, para lo cual el desarrollo de sus proyectos en el Salar de Olaroz y en el Salar del Hombre Muerto permitirá consolidar a la compañía entre los mayores proveedores globales, aseguró el jefe de Operaciones y Tecnología de la compañía, Hersen Porta.
La Argentina «se va a transformar en pocos años en el tercer mayor productor global de litio por la cantidad de nuevos proyectos» que tiene en construcción, y por la calidad de las salmueras que resultan «muy superiores a las que se pueden obtener que en otras regiones o con menos complejidad», aseguró el directivo en diálogo con Télam.
El posicionamiento del país también lo avizora por entender que «no hay una gran cantidad de productores experimentados, con más de 15 o 20 años, porque no era un insumo que tuviera la preponderancia de hoy en el mercado, y porque ha habido una demora en los proyectos que requieren nuevas tecnologías con su desarrollo y etapas distintas a otras industrias».
«Tenemos un plan de llegar al 2025 a 120.000 toneladas de carbonato de litio equivalente, incluyendo las operaciones de Australia y la futura de Canadá. Pero muchos de los assets (activos) para lograrlo están aquí en la Argentina y son en los que vamos a estar expandiéndonos», afirmó el directivo.
Con la premisa de acompañar la demanda global y mantenerse entre los cinco mayores proveedores mundiales, Alkem avanza en el aumento de producción de la etapa II de Olaroz, en Jujuy, que le permitirá sumar unas 25.000 tns de carbonato de litio, y en el desarrollo del proyecto Sal de Vida en el Salar del Hombre Muerto, en Catamarca, con otras 10.000 tns.
Además de esperar «condiciones macroeconómicas que faciliten la implementación de los proyectos», Porta indicó que «todo lo que está alrededor de la industria del litio es un desafío, por lo que conlleva todos los servicios y recursos asociados a ese tipo de inversiones».
«Estamos hablando -enumeró- de energía, de caminos, de infraestructura ferroviaria y portuaria, de redes de energía eléctrica, de gas natural, de muchísimas materias primas que insumen esta industria, y de una alta y fuerte demanda de recursos humanos calificados».
Porta también planteó la necesidad de contar con incentivos para la eventual instalación de la producción de hidróxido de litio, un recurso que «está ganando importancia a partir de la calidad de baterías que está demandando el mercado» con un agregado de valor químico y físico que otorgan mayor densidad de energía y capacidad de carga.
«Hay muchísimo incentivo en algunos países para que se radiquen esas industrias, y es un aspecto competitivo que también hay que considerar como un desafío a la hora de decir dónde se va a instalar una planta de hidróxido de litio», explicó al destacar que ese tipo de producción se ubica hoy en proximidad de los fabricantes de cátodos y de baterías.
No obstante el debate, para Porta «las baterías de LFP seguirán siendo atractivas para distintos segmentos del negocios, y el carbonato de litio va a seguir teniendo posibilidad de mercado. Por eso, la oportunidad es en los próximos dos o tres años, en los que es necesario conseguir volumen y escala apropiada para generar relaciones comerciales con las industrias que pretenden tener grandes proveedores».
Actualidad y proyectos a futuro
Con los tres proyectos de litio en operaciones (por orden de antigüedad: Mina Fenix, Salar Olaroz y Cauchari-Olaroz), la capacidad de producción instalada llega a 77.500 toneladas de LCE al año, las que se exporta en poco más de 40% a China, un 30% a Japón, y alrededor de 10% a Corea, países asiáticos que concentran 85% de la demanda global.
Pero de acuerdo a proyecciones oficiales en base a los informes de las compañías operadoras en las provincias de Catamarca, Salta y Jujuy, el país podría multiplicar su producción de carbonato de litio en los próximos tres años.
Como resultado de los proyectos que se encuentran en construcción o ampliación y el cronograma previsto por sus empresas controlantes, la capacidad productiva de litio estaría cerca de triplicarse hacia diciembre de este año, finalizando 2023 en 137.500 toneladas LCE anuales.
Es que para esa fecha se incorporaría la nueva capacidad instalada proveniente de la ampliación de Salar Olaroz, que con una inversión de US$ 330 millones para esta segunda etapa incrementará la producción de 20.000 a 50.000 tns de LCE.
También se prevé la puesta en marcha del proyecto Tres Quebradas, en Catamarca, de la minera china Zijin Mining Group que prevé el desarrollo del salar homónimo con una inversión de US$ 370 millones y estimaciones progresivas de producción de 20.000 a 40.000 toneladas anuales.
Y también está en las previsiones el lanzamiento operativo de la primera fase de Sal de Vida, también en Catamarca, donde Allkem tiene su nueva planta para extracción y refinamiento de litio, con 25.000 tns iniciales de litio.
La capacidad total del mercado local se incrementaría nuevamente en 2024 y en 2025 llegaría a 229.500 toneladas LCE por año, siempre de acuerdo a las estimaciones oficiales.
LIVENT BUSCA ALCANZAR LAS 100.000 TONELADAS DE LITIO AL 2030
La minera estadounidense Livent, que desarrolla inversiones por US$ 1.400 millones en su proyecto Fénix, en Catamarca, analiza la posibilidad de encarar una tercera etapa de ampliación para alcanzar hacia 2030 las 100.000 toneladas de carbonato de litio en la Argentina.
Así lo planteó en diálogo con Télam el director de Asuntos Corporativos de Livent, Ignacio Costa, quien destacó que la compañía lleva 25 años de producción en Catamarca como parte de su tarea de suministro de tecnología de litio, componentes de alta performance para la fabricación de baterías y celdas para la industria automotriz y otras más diversas.
En el contexto del incremento de producción del mineral en el país, Costa explicó que «sólo Livent tiene una capacidad que a fin de año alcanzará las 30.000 toneladas de carbonato de litio equivalente, que a finales de 2024 será de 40.000 tns y de 2026 será 70.000, que es lo comprometido en el plan negocios».
«Cada una de esas plantas, cada una de esas expansiones son alrededor de US$ 700 millones, por eso hablamos de una inversión actual de US$ 1.400 millones. Pero está en estudio una nueva ampliación que permitiría pasar hacia 2029/2030 a unas 100.000 tns», aclaró el directivo.
Más allá de las perspectivas de la compañía, Costa consideró que «la Argentina tiene una enorme oportunidad de potenciar el upstream, potenciar la producción del carbonato para poder ser incluso el segundo productor global. Eso nos va a dar muchas más exportaciones, muchas más divisas, va a ayudar a cumplir ese rol de responsabilidad que creemos que el mundo».
«Hoy -entendió- el mundo pide que Argentina cumpla con responsabilidad el rol de ser suministro confiable de carbonato de litio de alta calidad que necesita la industria. Esa es la ventana de oportunidad que no hay que perder, lo cual no impide que mañana podamos desarrollar baterías de litio en la Argentina, pero hay que esperar que madure la producción y multiplique el potencial».
En un contexto más amplio de condiciones de inversión, Costa aseguró que «en el país la industria del litio viene manteniendo estable sus reglas desde la década de los ‘90 con la Ley de Inversiones Mineras, que posibilitó que hoy estemos preparados para captar esa ventana de oportunidad. Creo que todos los gobiernos fueron muy consistentes y la sociedad civil apoyó».
«El Estado tiene un rol controlador que cumple muy bien y mantiene el marco regulatorio. Son mensajes hacia el inversor extranjero extremadamente necesarios, porque las empresas están más acostumbradas a manejar los vaivenes económicos que la volatilidad política que genera aversión al riesgo, no solamente Argentina, en cualquier país del mundo», aseguró Costa.
Finalmente, se manifestó a favor de que «el Estado coordine un plan de infraestructura donde los privados puedan aportar, donde los gobiernos puedan aportar, buscando juntos el financiamiento para poder llevar a cabo esos proyectos, para lo cual hay que mejorar la coordinación».
«El NOA en Argentina no es de las regiones más desarrolladas en infraestructura y hoy está teniendo y va a tener aún más un shock de inversiones muy grande. Si las empresas y el Estado no planifican la infraestructura, se va a poner un cuello de botella siempre y es una preocupación en la que estamos trabajando y creemos que lo vamos a solucionar», reseñó el ejecutivo.
A partir del año próximo se espera el ingreso de la primera ampliación de Fénix que en etapas sucesivas avanzará de las 20.000 tns actuales a un rango de entre 40.000 y 60.000 en 2025, con una inversión de US$ 640 millones.
También a inicios de 2024 se prevé la puesta en marcha de Centenario Ratones, en Salta, cuya construcción a cargo de la empresa francesa Eramet se está concretando con una inversión de US$ 600 millones y una proyección de producción de 24.000 toneladas de LCE.
Sal de Oro, de la empresa surcoreana Posco, en el Salar del Hombre Muerto, Salta, también debería estar en condiciones de avanzar a fines de 2024 y 2025 en su etapa operativa con capacidad de producción de 25.000 toneladas anuales.
Pero ese proyecto, además de prever el refinamiento del mineral para la obtención de carbonato prevé la construcción de una planta comercial de fosfato de litio y una planta comercial de hidróxido de litio, en el parque industrial de General Güemes, la que será la primera en su tipo en la Argentina.
También en Salta, el proyecto Mariana de la minera Ganfeng Lithium, prevé desarrollar a la par de producción de 20.000 toneladas de litio iniciales, un parque solar fuera de la red de 120 megavatios y 288 Mw de almacenamiento en baterías, con una inversión anunciada de US$ 600 millones.
A este cronograma se suma la planta de Salar Rincón donde la minera estadounidense Rio Tinto, avanza con el desarrollo de una inversión de US$ 190 millones para desarrollar una planta piloto y posterior planta comercial para una producción proyectada de carbonato de litio 25.000 toneladas.
Finalmente, y ya hacia 2026 culminaría la segunda ampliación de Mina Fénix, de forma que la capacidad instalada total del país alcanzaría las 259.500 toneladas LCE.
Esos volúmenes tienen destino inicial de exportación pero no se descarta que la Nación y las provincias avancen en una legislación que permita orientar parte mínima de esa producción a la industrialización en las provincias, a través de los distintos proyectos trazados para la fabricación de baterías.