De afuera

De los tercios a las mayorías. Por Yair Cybel

🇪🇨 La maldición de los vices traidores, la proscripción y la lealtad, y el empresario bananero del Ecuador atendido por sus propios dueños

Fuente: El Grito del Sur

En Ecuador ganó el correísmo. A seis años de la salida de Rafael Correa del país y con la muerte de Fernando Villavicencio aún repicando en las pupilas, Luisa González obtuvo el 33% de los votos y se aseguró un lugar en el ballotage. Un tercio exacto de la población que guarda en su memoria el recuerdo de un pasado cercano más próspero y que apostó por «quien dijera Correa«. Esta vez no fue un economista de bajo perfil, sino una asambleísta con poco volumen propio pero con una característica invaluable: lealtad.

Ecuador fue el pináculo de un síndrome que tuvo varios capítulos en América Latina: la maldición de los vices traidores. Lenin Moreno fue el mejor exponente de lo que antes ya habían presagiado Michel Temer en Brasil, Federico Franco en Paraguay o el propio Julio Cleto Cobos en Argentina. El que se quema con leche ve una vaca y llora: entre carisma y lealtad, Correa volvió a elegir la garantía del encuadramiento.

Luisa González y Andrés Arauz

El principal liderazgo popular proscripto, un proceso de lawfare en curso, la huella fresca de la violencia política y una ciudadanía ávida de respuestas económicas y de seguridad. El sayo de Argentina también le cupo a Ecuador. Tanto allí como acá el movimiento popular se paró sobre su tercio de piso y ahora luchará por conquistar mayorías electorales, un hito que tiene pendiente desde la ajustada derrota de 2021.

Enfrente estará un «hijo de»: Noboa pero Daniel, empresario como Álvaro su padre, quien con su compañía frutera (una especie de heredera simbólica de la United Fruit) llevara a lo más alto del diccionario político el término «país bananero». Noboa no figuraba en las encuestas hasta antes del asesinato de Villavicencio, pero con una buena campaña y un sólido debate logró captar la indignación y el reclamo de seguridad de las y los ecuatorianos, incluso mejor que el candidato mercenario Jan Topic, que había peleado para el ejército francés y proponía mano dura a lo Bukele.

Daniel Noboa

Noboa es la reedición del Ecuador atendido por sus propios dueños: Gustavo Noboa (con quien comparte apellido pero no relación parental) fue el encargado de impulsar la dolarización allá por el año 2000. Lágrimas de liberales: pese a haber perdido soberanía monetaria y capacidad política, tras adoptar la moneda gringa Ecuador no terminó con la inflación ni con el déficit fiscal. De hecho, la gestión de Guillermo Lasso, el banquero presidente, tuvo una pésima performance en materia económica e hizo crecer la pobreza y la desigualdad.

Pese al clima de violencia, los y las ecuatorianas acudieron masivamente a las urnas. La participación alcanzó el 82% y la boleta que llevaba como candidato al difunto Fernando Villavicencio (ahora reemplazado por su amigo Cristian Zurita) se ubicó en tercer lugar con el 16% de los votos, el núcleo duro del anticorreísmo.

¿De dónde sumar votos para el ballotage en un escenario derechizado, con los propios abroquelados, una candidatura que no descolla y una apatía creciente? La pregunta aplica en ambas latitudes. En Ecuador, pese al profundo encono mutuo que se tienen hace años, el correísmo irá por los votos del movimiento indígena que acompañó tímidamente la candidatura de Yaku Pérez. Nacido Carlos, Yaku se presentó sin el apoyo institucional del Congreso Nacional Indígena y su estrategia discursiva del ambientalismo USA-friendly no pudo repetir los guarismos de hace 3 años.
Yaku Pérez

El ballotage en Ecuador será el 15 de octubre y puede impactar de lleno en la región: apenas una semana después se vota en Colombia, en elecciones regionales que oficiarán como una suerte de plebiscito para el gobierno de Gustavo Petro. Lo que suceda en su frontera sur puede marcar el pulso de los resultados en los distritos fronterizos como Pasto o Popayán.

Los ballotages recomponen los escenarios: lo sabe Correa y lo sabe Cristina Kirchner. Es momento de polarización, de contraste y de antagonismo. Se elige más por quién no que por quién sí. Hay un voto instrumental, uno a ganador, uno blando y una reestructuración total de escenario que afecta a la mitad de los electores que optaron por otras fórmulas. Con menos de dos meses de campaña, es momento de hablar hacia afuera y construir nuevos horizontes y modelos de país pero no hay dudas: ni la moderación ni el cálculo aritmético tienen lugar en batallas tan cerradas.

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