«Devaluación y Políticas Neoliberales: Un Déjà Vu Peligroso». Por: Oscar Rodríguez
Para el autor, la historia reciente dejó dolorosas experiencias y en el gobierno recae la responsabilidad de quebrar el camino a repetirlas
Por: Oscar Rodríguez
En medio de una creciente inestabilidad económica, el gobierno parece haber olvidado una lección fundamental de la historia reciente. Las políticas económicas ortodoxas y la devaluación impulsada por el FMI están amenazando con desencadenar un escenario que ya hemos presenciado en el pasado.
El año 2001 sigue siendo un recordatorio sombrío de los peligros de abrazar sin restricciones la doctrina neoliberal. La implementación de políticas de libre mercado y la minimización del papel del Estado en la economía llevaron a la hambruna y la desesperación del pueblo. Los saqueos y la agitación social fueron el resultado inevitable de un enfoque que priorizaba las ganancias de unos pocos sobre el bienestar de la mayoría.
Y aquí estamos, más de dos décadas después, enfrentando una situación alarmantemente similar. La devaluación impulsada por el FMI y llevada adelante por el Ministro candidato, que benefician a los poderosos parecen repetir el mismo guión trágico. La falta de consideración por las necesidades de la población y la falta de medidas para proteger a los sectores más vulnerables están creando una brecha aún mayor entre ricos y pobres.
Este gobierno se enfrenta a una encrucijada crítica. Debe reconocer que las soluciones del pasado no pueden ser las mismas que se aplican en el presente. La complacencia en seguir las directrices del FMI y adoptar políticas neoliberales no solo es irresponsable, sino también peligroso. El terreno fértil para la agitación social y la inestabilidad está siendo preparado nuevamente.
Este gobierno que llegó de la mano de otras ideas que jamás llevo adelante, debe recordar que su deber es con el pueblo que los eligió, no con las instituciones financieras internacionales o los intereses corporativos. Es imperativo que busquen políticas que promuevan la equidad económica, la justicia social y el bienestar general. Ignorar estas necesidades es repetir los errores del pasado y condenar a la población a sufrir las consecuencias.
En última instancia, la historia está lista para repetirse si no se aprenden las lecciones que el pasado nos ha enseñado. La responsabilidad recae en el gobierno actual para romper el ciclo y forjar un camino que tenga en cuenta a todos los ciudadanos, no solo a unos pocos privilegiados. El pueblo merece más que una repetición de los mismos errores, merece un futuro mejor y más justo. A cambiar el presente con políticas más redistributivas que nos permita alejar a los fantasmas del pasado.