El «Tata» Yofre, la voz del negacionismo que quieren imponer Milei y Villarruel
El exfuncionario de Menem y exdirector de la SIDE se erige como el portavoz informal del Gobierno, impulsando una revisión histórica que pretende borrar el terrorismo de Estado
Fuente: adnpopulares.com
EL «TATA» YOFRE, LA VOZ DEL NEGACIONISMO QUE QUIEREN IMPONER MILEI Y VILLARRUEL
Juan Bautista Yofre, conocido como el «Tata», ha emergido como una figura clave en la construcción del relato oficial que busca imponer el gobierno de Javier Milei, marcando una peligrosa tendencia hacia el negacionismo histórico. Con una trayectoria marcada por su cercanía al poder y su papel como exfuncionario del gobierno de Menem, Yofre se ha convertido en un portavoz informal de la administración actual, promoviendo una visión distorsionada de los años 70 que borra de un plumazo el terrorismo de Estado.
Juan Bautista Yofre ha sido una figura central en la escena política y cultural argentina, especialmente conocido por su papel en el revisionismo histórico de derecha. Su visión sobre los años 70 y la dictadura militar ha generado debate y críticas, ya que busca equiparar la responsabilidad de toda la sociedad en los crímenes de la dictadura, minimizando el terrorismo de Estado. Además, su hermano Ricardo Yofre tuvo un papel relevante durante la dictadura, lo que ha generado controversias adicionales en torno a la familia Yofre y su relación con ese período oscuro de la historia argentina.
Durante las últimas décadas, Yofre se ha destacado por promover una visión revisionista de la historia argentina en la que busca borrar las líneas divisorias entre víctimas y victimarios de la dictadura militar. Su postura, que ha sido ampliamente criticada, busca humanizar a figuras clave de la dictadura, como Jorge Rafael Videla, presentándolos como simples ciudadanos en lugar de líderes autoritarios responsables de crímenes de lesa humanidad. Esta estrategia, que busca equiparar la responsabilidad de toda la sociedad en los eventos de esa época, distorsiona gravemente la realidad histórica y minimiza el sufrimiento de quienes padecieron la represión.
Durante la dictadura cívico-militar en Argentina (1976-1983), Juan Bautista Yofre ocupó un rol en la misión argentina ante el Banco Interamericano de Desarrollo y la Organización de Estados Americanos. Su hermano, Ricardo Yofre, también tuvo un papel destacado en la dictadura, colaborando como subsecretario general de la Presidencia. Este periodo de la historia argentina estuvo marcado por violaciones sistemáticas de los derechos humanos, desapariciones forzadas, torturas y persecución política.
La obra escrita de Yofre ha sido un pilar en su intento de revisar la historia reciente de Argentina. Sus libros, que se iniciaron poco después de reiniciarse los juicios contra los represores, han sido criticados por su negativa a mencionar términos como «terrorismo de Estado» o «dictadura», prefiriendo en su lugar afirmar que el «fracaso fuimos todos». Esta postura, que busca equiparar la responsabilidad de toda la sociedad argentina en los crímenes de la dictadura, ha generado controversia y críticas en diversos ámbitos.
En su carrera política y diplomática, Yofre ocupó el cargo de embajador en Panamá y Portugal durante el gobierno de Menem. Sin embargo, su legado político se ve empañado por su participación en la causa del contrabando de armas a Croacia y Ecuador, así como por su procesamiento en 2012 por hackear cuentas de correo electrónico de funcionarios públicos. Su papel como portavoz informal del gobierno de Javier Milei y su influencia en la construcción del relato oficial son motivo de preocupación, ya que amenazan con socavar la memoria colectiva y la búsqueda de justicia para las víctimas del pasado.
En conclusión, Juan Bautista Yofre representa una tendencia peligrosa hacia el negacionismo histórico en Argentina, promoviendo una visión distorsionada de los años 70 que borra el terrorismo de Estado y busca equiparar la responsabilidad de toda la sociedad en los crímenes de la dictadura militar. Su papel en el gobierno de Menem y su influencia en la construcción del relato oficial son motivo de preocupación, ya que amenazan con socavar la memoria colectiva y la búsqueda de justicia para las víctimas del pasado.