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Ajuste económico en Argentina: una perspectiva desde la militancia socialista. Por Oscar Rodríguez.

Ajuste Económico en Argentina: Una Perspectiva desde la Militancia Socialista
Por: Oscar Rodríguez

Desde la mirada de un militante socialista, el ajuste económico que hoy enfrenta Argentina, justificado por economistas oficialistas como una corrección del «desajuste de los precios relativos», es en realidad una política profundamente injusta y destructiva. Esta terminología técnica esconde una transferencia masiva de ingresos de los trabajadores y jubilados hacia los sectores más concentrados de la economía. En este contexto, es vital destacar la importancia de una política redistributiva que priorice el bienestar de la mayoría.

El gobierno pretende reducir los salarios en términos reales dentro de la estructura de costos del sector privado. Este enfoque busca disminuir el costo laboral en pesos para aumentar la rentabilidad empresarial y, supuestamente, estimular la inversión privada. Pero la realidad que enfrentamos es mucho más cruda: la reducción de los salarios reales significa una disminución directa del poder adquisitivo de los trabajadores.

Históricamente, las políticas neoliberales en Argentina han incrementado la precariedad laboral y profundizado la desigualdad económica. Los trabajadores, cuyo esfuerzo es la base de cualquier economía, ven deteriorada su calidad de vida, mientras que un pequeño grupo de empresarios acumula cada vez más riqueza. Esto no solo afecta el consumo interno, esencial para una economía saludable, sino que también incrementa la pobreza y la vulnerabilidad social.

Otro aspecto crítico del ajuste es la disminución del gasto en seguridad social. El gobierno busca liberar fondos para afrontar el creciente costo del servicio de la deuda pública, a expensas de jubilaciones y otras prestaciones sociales. Esto representa una agresión directa contra los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.

La reducción de recursos destinados a la seguridad social afecta profundamente a nuestros jubilados, quienes después de toda una vida de trabajo se ven obligados a sobrevivir con ingresos cada vez menores. Asimismo, la disminución de otras prestaciones sociales aumenta la marginalización de los sectores más pobres y desprotegidos. Esta es una política que perpetúa la pobreza y la exclusión social, afectando especialmente a las mujeres y los niños, quienes ya enfrentan mayores niveles de vulnerabilidad.

Las políticas de ajuste neoliberales han demostrado ser devastadoras para nuestra sociedad. Durante la década de 1990, la implementación de estas recetas llevó a una severa crisis social y económica, culminando en el 2001. La desindustrialización, el desempleo masivo y el aumento de la pobreza fueron algunas de las consecuencias directas. Además, la reducción del gasto público en salud y educación deterioró el bienestar social de manera generalizada.

Para los más vulnerables, estas políticas son especialmente crueles. Los sectores de menores ingresos sufren una doble carga: la pérdida de poder adquisitivo y la reducción de las ayudas sociales esenciales para sus necesidades básicas. Esto puede llevar a un aumento en la pobreza extrema, la desnutrición infantil y la falta de acceso a servicios fundamentales como salud y educación, perpetuando un ciclo de pobreza que atraviesa generaciones.

El escenario actual de continuidad con estas políticas nos preocupa profundamente. La estabilidad económica es importante, pero no puede lograrse a costa del bienestar de la mayoría. Reducir el poder adquisitivo de los trabajadores y recortar la seguridad social no solo es injusto, sino también contraproducente. Una sociedad más equitativa y justa requiere una política económica que priorice la redistribución de la riqueza.

Desde nuestra perspectiva socialista, es esencial implementar políticas que promuevan una distribución más equitativa de la riqueza. Esto significa fortalecer el sistema de seguridad social, asegurar salarios dignos y garantizar acceso a servicios públicos de calidad para todos. La riqueza generada por el trabajo de los ciudadanos debe ser redistribuida de manera justa, beneficiando a la mayoría y no solo a una pequeña élite.

La solución a estos problemas pasa por la creación de un nuevo espacio socialista que defienda los intereses de la mayoría. Este espacio debe basarse en principios de justicia social, equidad y solidaridad. Necesitamos un modelo económico que ponga en el centro a las personas, no al capital.

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