Soy socialista, ¿y qué? Por Oscar Rodríguez(*)
El autor, histórico militante socialista, expone les desafíos a encarar ante las acciones hambreadoras del gobierno
Soy socialista, ¿y qué?
Por Oscar Rodríguez(*)
En tiempos donde ser socialista es casi un insulto para los que pregonan la «libertad» al servicio de unos pocos, es momento de levantar la bandera con orgullo y reafirmar nuestra lucha. Frente al gobierno hambreador de Javier Milei, que promueve un modelo basado en el individualismo extremo y el ajuste implacable, ser socialista es más que una identidad política: es un compromiso con la justicia social, la equidad y la construcción de una sociedad para todos, no solo para los privilegiados.
Mientras el discurso libertario clama por «dinamitar el sistema» con la promesa de liberar a la sociedad, en realidad desmantela el Estado, abandona a los sectores más vulnerables y entrega los recursos nacionales a intereses privados. En este contexto, ser socialista significa ser consciente de que no vivimos aislados, de que nuestras libertades individuales solo tienen sentido cuando están acompañadas por la solidaridad, la igualdad de oportunidades y el acceso a derechos fundamentales.
Javier Milei y sus seguidores nos quieren hacer creer que defender la redistribución de la riqueza es cosa del pasado, que soñar con un Estado presente es un acto de ingenuidad. Pero la realidad los contradice: su modelo de ajuste ya está dejando a miles sin acceso a la educación, la salud y la cultura. Frente a este panorama, ser socialista es, también, ser realista. Porque no hay libertad posible cuando un niño no tiene para comer, cuando un trabajador pierde su empleo o cuando una comunidad se queda sin hospital.
El enfrentamiento con este gobierno no es solo político; es ético y cultural. Nos quieren hacer creer que la salida es individual, que el progreso es un asunto personal y que la solidaridad es una carga. Pero desde nuestra trinchera socialista, decimos que el futuro se construye colectivamente, que ninguna sociedad puede avanzar si no lleva a todos consigo, y que la verdadera libertad se basa en la justicia social.
Ser socialista en este contexto es un acto de resistencia, sí, pero también de esperanza. Es decirle a Milei y a sus voceros del odio: *»No nos van a doblegar»*. Porque nuestra lucha es por los que no tienen voz, por los que son invisibilizados en este sistema que reduce todo a una ecuación económica. Es, en última instancia, un llamado a construir un país donde nadie quede afuera.
Soy socialista, ¿y qué? Soy parte de una historia que ha luchado contra las peores adversidades y ha demostrado que otro país es posible.
(*)Bibliotecario, docente, militante socialista y de Bibliotecas Populares en Lucha