Ucrania, ¿una Trampa para Europa? Por Daniel Symcha*
El geógrafo británico Harfold John Mackinder en 1909, durante el pleno auge del dominio británico de los mares, afirmó que quien dominara el corazón de la tierra (Heartland), dominaría el mundo.
Mackinder consideraba al centro de Rusia el corazón del mundo por su acumulación de recursos, áreas agrícolas, bosques, minería, petróleo, sobre el que giraban otras dos áreas denominadas Región Marginal Creciente y Región Insular Creciente formando todo ello la Isla Mundial (Europa, Asia y África juntas) lo cual era clave para el dominio mundial por sus características naturales (Bertotto, 2014)
En 1919, Mackinder definía su teoría de la siguiente manera: “Quien gobierne en Europa del Este dominará el Heartland; quien gobierne el Heartland dominará la Isla-Mundial; quien gobierne la Isla-Mundial controlará el mundo.“
La Operación Militar Especial y la trampa de Europa
El 24 de febrero de 2022 comenzó la denominada Operación Militar Especial rusa en el entonces territorio ucraniano de las regiones de Donetsk y Luhansk. Esas regiones ucranianas se encontraban sublevadas frente al resultado electoral posterior a lo que se conoció como el “Euromaidan”, un conjunto de manifestaciones y disturbios sociales que derivó en la renuncia del entonces presidente Victor Yanukóvich de tendencia pro-rusa un llamado a elecciones y la victoria de Petró Poroshenko de tendencia pro-europea que elaboró una marcada política destinada a eliminar las referencias históricas en lo referido al periodo soviético estableciendo una condena al uso de simbología o propaganda de esa época.
El 5 de septiembre de 2014 en la ciudad de Minsk, Bielorrusia, se firma un acuerdo de alto el fuego en toda la región del Donbass cosa que las partes no cumplieron en su totalidad siendo los rusos quienes denuncian a los ucranianos frente al incumplimiento. tiempo después en una entrevista realizada en el año 2022 la excanciller alemana, Angela Merkel, reconoció, en una entrevista al diario alemán Die Zeit, que los acuerdos de Minsk se firmaron con el único objetivo de dar tiempo a Ucrania para rearmarse y fortalecerse con el objetivo de poder enfrentar a Rusia (Vior, 2022)
En las elecciones de 2019 es electo presidente de Ucrania el actor Volodímir Zelenski, quien buscará firmemente el ingreso de Ucrania a la Unión Europea. Zelenski, con el poder legislativo controlado por la oposición, disuelve la Rada Suprema y llama a elecciones legislativas que son ganadas ampliamente por el oficialismo.
Mientras tanto el flamante presidente de los EEUU, Joe Biden, en el mes de marzo de 2020 brinda un fuerte respaldo público a Zelensky afirmando que Ucrania es uno de los principales elementos de su política exterior y señala su voluntad de aumentar la asistencia en armas defensivas (afp/reuters/ap/rr, 2021)
En abril de 2021 Rusia moviliza tropas y armas pesadas a la frontera con Ucrania, en una proporción similar a la que se utilizó para la anexión de Crimea y Sebastopol, las cuales en una clara actitud en el marco de una guerra de maniobras, se retiran a sus posiciones originales en el mes de Junio (Bielieskov, 2021)
Revoluciones de colores y un cinturón de conflictos
En mayo de 2021 se producen en Bielorrusia una serie de protestas callejeras conocidas como “La Revolución de las Zapatillas” con la misma estructura que lo sucedido en la “Revolución Naranja” ucraniana de 2005 o el “Euromaidan” de 2014. Estas denominadas “Revoluciones de Colores” o golpes blandos en la definición del politólogo estadounidense Gene Sharp, se componen de tres grandes bloques de acción: protesta, no cooperación e intervención mediante organizaciones no gubernamentales de la sociedad civil por las cuales se canalizan la ayuda financiera y logística necesarios para la escalada de las crisis destinadas a la desestabilización de las sociedades y posteriormente la escalada por encima del nivel de violencia en el caso de ser necesario como en Siria o Libia.
El resultado es la desestructuración del sistema social de la Nación objetivo, generando una situación de caos donde las estructuras institucionales dejan de funcionar y posteriormente generalmente con misiones y operaciones de paz compuestas por fuerzas plurinacionales instalar un gobierno de transición el cual al quedar en una posición débil tiene poca capacidad de maniobra para la defensa de los intereses nacionales.
En este escenario Bielorrusia, uno de los principales aliados de Rusia en el oeste, recibe el apoyo rápido y concreto de Moscú y logra controlar y ordenar la situación en todo su territorio. Caso similar sucede en enero de 2022 en Kazajistan (Bilefsky, 2022) es decir, se generó un cinturón de conflictos en la zona de amortiguación de Rusia a partir de protestas sociales que respondieron a una misma estructura y mismos objetivos.
Sobre fines de 2021 y principios de 2022 las acusaciones de movilización de tropas por parte de Moscú y Kiev se intensifican. En enero de 2022, el presidente de EEUU Biden otorgó permiso a las naciones bálticas es decir Lituania, Letonia y Estonia para transferir equipos militares fabricaos en EE. UU. a Ucrania. Reino Unido y Canada intensificaron la instrucción de fuerzas ucranianas y el 17 de enero de 2022, el secretario de Defensa británico, Ben Wallace, anunció que Gran Bretaña había suministrado a Ucrania 1100 misiles antitanque de corto alcance a las Fuerzas Armadas ucranianas y los gobiernos de Dinamarca, España , Polonia, EEUU y Países Bajos destinan fondos y movilizan unidades.
El 21 de febrero de 2022, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, reconoció a la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk como repúblicas independientes lo que genera que los miembros de la Unión Europea y EEUU comiencen a aplicar sanciones económicas a Rusia. El 24 de febrero el presidente ruso Vladimir Putin anunció el inicio de una “Operación Militar Especial” tras lo cual la Unión Europea se encolumna en apoyo de Ucrania.
El contexto previo a la operación militar especial
Los Coroneles de la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación chino, Qiao Liang y Wang Xiangsui en su obra “Guerra irrestricta” hacen mención del criterio “Omnidimensional” de la guerra en la actualidad y se refieren a “la coordinación y cooperación entre diferentes fuerzas en diversas esferas de dominio para materializar objetivos propuestos” y afirman que cualquier esfera o dominio puede convertirse en un eventual campo de batalla por lo que es necesario la coordinación de la dimensión militar propiamente dicha con varias gamas multidimensionales utilizando factores de no-guerra en pos de lograr un objetivo (Liang & Xiangsui, 2021).
Los Coroneles chinos destacan la importancia del empleo de recursos estratégicos intangibles (Geografía, historia, tradiciones, identidades étnicas, etc.) para ser utilizados en un proceso dinámico potenciado con el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación con el objetivo de generar pérdidas de control de las situaciones sociales ya que los Estados Nación no son los únicos íconos representativos de gobierno sobre las organizaciones sociales, políticas, económicas y culturales sino que, además, se suman los intereses y capacidades de un conjunto de organizaciones transnacionales.
La descripción de los Coroneles chinos viene a poner en un texto de caracter público operaciones que se han venido desarrollando a lo largo de la historia de las relaciones internacionales tal como lo describe el libro de Tim Weiner “Legado de cenizas” en su página 308 cuando detalla parte del informe del Grupo de Estudio de Operaciones Encubiertas del primero de diciembre de 1968 donde la Agencia Central de Inteligencia de EEUU recomienda al presidente de EEUU, Richard Nixon, que Henry Kissinger dirigiera y supervisara las operaciones encubiertas ya que las mismas “pueden ganar tiempo, anticipar un golpe de Estado, o bien crear condiciones favorables que hagan posible utilizar medios manifiestos para alcanzar finalmente un objetivo” (Weiner, 2007)
Operaciones omnidimensionales, objetivo debilitar Europa
Cabe aquí recordar el pensamiento del General Beaufré “Los plazos de realización de cualquier maniobra (creación de materiales nuevos, cambio de atmósfera psicológica, modificación de equilibrios internacionales, etc.) requieren de años y dominan el porvenir (Beaufré, 2002)
En la década de los años 90 del siglo pasado, dentro de las estrategias de intervención por debajo del umbral de la violencia armada destinadas a condicionar la libertad de movimiento de los gobiernos, se desarrolló una estrategia conocida como “Revoluciones de Color” dentro de lo que podemos denominar operaciones híbridas que afectó al norte de África, parte de Oriente medio y países en el Este de la Federación Rusa.
El nombre “Revoluciones de colores” derivó de la masiva utilización simbólica de colores o nombres de flores, empleados como elementos de identificación por parte de las distintas facciones opositoras a regímenes políticos gobernantes en determinados países. Las “Revoluciones de colores” utilizaron el método de protestas no violentas como herramienta de poder político con una operatoria muy clara y que se repitió en cada uno de los escenarios de manera sistemática: a partir de una necesidad existente en cualquier grado, tipo y campo de acción, un grupo de disidentes con poca visibilidad que comienzan a recibir ayuda económica y logística de organizaciones no gubernamentales de alcance internacional, van generando una serie de acciones convocantes basadas en la indignación, que posteriormente escalaran la tensión a protestas y posteriormente a un conflicto violento.
Estas operaciones a partir de acciones no violentas en principio, se dan a partir de las investigaciones del politólogo Gene Sharp creador del “Albert Einstein Institute”, espacio de estudio de estrategias a partir de la no violencia y la libertad, las cuales tuvieron sus primeras aplicaciones con éxito en Birmania (1993), Tailandia e Indonesia y posteriormente en Europa del Este con el derrocamiento de Milosevich en Serbia (2000).
A partir de ese instante se sucedieron Revolución de las Rosas (Georgia, 2003), Revolución Naranja (Ucrania, 2004), Revolución de los Tulipanes (Kirguistán, 2005), Revolución del Cedro (Siria/Líbano en 2005), Revolución de los Jazmines (Túnez, 2010), Revolución de Argelia (Argelia, 2010), Revolución del Nilo (Egipto en 2011), Primavera Árabe (Libia, 2011), Revolución de Barein (Barein, 2011) Revolución de las rosas (Yemen, 2012)y la Revolución de Terciopelo (Armenia, 2018).
Este conjunto de acciones políticas cuyas tensiones escalaron a un nivel de crisis con intervención militar, generaron en los años previos al conflicto Ruso-Ucraniano una situación de emergencia generalizada en las poblaciones del norte de África y de Oriente medio cuya imagen se generalizó en los “balseros africanos” (ACNUR, 2021)
El refugio de estos inmigrantes son las costas europeas del Mar Mediterráneo y en su mayoría son distribuidos entre los países de la Unión Europea a partir del rescate de buques de ayuda humanitaria en alta mar (Barragán, 2018)
Este flujo migratorio genera en los distintos niveles de los Estados europeos una tensión en las estructuras, un elevado gasto en recursos y una tensión social que se suma a la precaria situación de quienes llegaron a territorio europeo desde las antiguas colonias generando hechos de violencia como ya se ha visto en Francia, Bélgica y Suiza (ANSA, 2023)
Es decir, acciones militares por encima del umbral de la violencia como por ejemplo las de la OTAN en Libia (Bremner, 2023) o por debajo como por ejemplo Marruecos o Jordania, han generado una vulnerabilidad en la sociedad europea a lo cual se le suma la modificación en el flujo del recurso energético (Gas, Uranio y Petróleo) a partir de la crisis suscitada por la guerra ruso-ucraniana a lo cual debemos sumarle los diferentes movimientos políticos del área de influencia francesa en las naciones de África las cuales se vuelcan a las inversiones chinas o el apoyo ruso condicionando, por ejemplo, la entrega de uranio para las centrales nucleares.
Conclusión
En el contexto descripto, la Unión Europea concentra hoy tensiones que condicionan su libertad de movimientos.
Por un lado la recepción constante de inmigrantes que huyen de situaciones dramáticas y que llegan a sus costas gracias a la ayuda de rescatistas vinculados a organizaciones no gubernamentales. Por otra parte, el apoyo y la ayuda a Ucrania desde 2004 para que rompa sus relaciones con Rusia y posteriormente en la guerra a partir de 2021 su aporte directo en armamento, voluntarios y apoyo económico ha generado un doble frente que ha generado inestabilidad social y política.
Las operaciones de sabotaje sobre el sistema de gasoductos Nord Stream y la no compra de manera directa del petróleo ruso genera un incremento en los costos de producción y por ende condiciones económicas diferentes a las vividas hasta el momento.
Cuando la Unión Europea necesita poder tener amplia disponibilidad de recursos y poder de decisión para la producción y brindar apoyo al frente ucraniano de acuerdo con los acuerdos políticos y su participación en la OTAN debe hacer frente, al mismo tiempo, a situaciones de inseguridad interna y al encarecimiento de sus sistemas de producción y de supervivencia para la población civil lo que genera protestas sociales e inestabilidad política generando una vulnerabilidad al sistema de Seguridad Nacional tomando la misma: “el conjunto de condiciones necesarias para garantizar la soberanía, la independencia y la promoción del interés de la nación, fortaleciendo los componentes del proyecto nacional y reduciendo al mínimo las debilidades o inconsistencias que pueden traducirse en ventanas de vulnerabilidad frente al exterior” (Acosta Romero, 2001)
La Unión Europea, en poco más de una década, ha sembrado sus propias vulnerabilidades en su área de influencia directa que impactan de lleno en su territorio.
Bibliografía
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- Weiner, T. (2007). Legado de cenizas. Madrid: Debate.
Fuente: https://www.zona-militar.com/
Por Daniel Symcha – Periodista