«Tierras raras» y coltán: junto con el litio, el negocio minero oculto que Morales también quiere blindar en Jujuy
Fuente: www.iprofesional.com
La gestión pro minera de Gerardo Morales en Jujuy no agota su mirada en la explotación del litio, ya uno de los puntales de un gobierno provincial que ha hecho de la extranjerización de ese tipo de recursos una política firme y sostenida. Las modificaciones constitucionales promovidas por el mandatario, que encendieron una protesta popular y masiva a la que se respondió con una represión como no se había visto en décadas en ese territorio, también apuntan a blindar un negocio disimulado pero muy posible también ligado al extractivismo a gran escala: la futura extracción de minerales como las «tierras raras» y el coltán, dos productos tan escasos como ultra demandados por automotrices y tecnológicas del llamado Primer Mundo.
La evolución de esas explotaciones a futuro requiere, precisamente, de las modificaciones impulsadas por Morales en términos de derecho a la propiedad, con la inclusión de artilugios legales para promover desalojos de comunidades indígenas y la criminalización de la protesta social.
¿Qué es el coltán? El material integra distintos componentes de la industria electrónica actual. Computadoras, celulares, televisores de pantalla plana, cámaras digitales y videojuegos, son algunos de los tantos ejemplos de dispositivos que contienen apenas unos gramos de este mineral color azul verdoso.
Coltán: otra obsesión de las tecnológicas
Su uso se extiende a la aeronáutica y hasta al desarrollo de centrales atómicas. El mineral es insumo clave para la fabricación de capacitores dado que es un efectivo conductor de electricidad –se estima que hasta 80 veces más veloz que el cobre–. En la actualidad, la tonelada de coltán promedia un valor que se acerca a los 400.000 dólares.
La demanda acelerada del mineral gestó el genocidio que inició en la República del Congo –territorio que concentra el 80 por ciento de las reservas mundiales del material– a partir de 1998.
En las últimas dos décadas, la necesidad por hacerse con el mineral abrió la búsqueda más allá del continente africano. Las empresas comenzaron a efectuar múltiples monitoreos alrededor del mundo.
Australia, Tailandia, Brasil, Canadá, Egipto, Sudáfrica, Nigeria y Malasia fueron parte de la investigación, que arrojó -en mayor o menor medida- resultados positivos. A ese grupo se sumaron, luego, Colombia y Venezuela.
A mediados de agosto de 2018, geólogos tucumanos con funciones en la Cámara Minera de Jujuy reconocieron la existencia de esos reservorios en cercanías al río Las Burras aunque, señalaron, el costo de extracción aún se ubicaba muy por encima de las ganancias que podían obtener las mineras por la colocación del producto en el mercado internacional.
Cinco años después, la demanda de coltán transita un «boom» inédito que tira abajo el desinterés de aquel tiempo.
«Tierras raras», también en el radar de las mineras en Jujuy
Las llamadas «tierras raras» comprenden una combinación de materiales como lantano, lutecio, escandio, itrio, cerio y neodimio, entre otros, que sólo se encuentran presentes en determinados macizos graníticos.
La existencia de reservas de estos elementos fue constatada en las últimas décadas por técnicos del área de minería de Jujuy en torno a comunidades como Querusiyal, en el departamento de Tilcara, plena quebrada de Humahuaca.
Representantes del Instituto de Geología de la Universidad Nacional de Jujuy también señalaron en reiteradas oportunidades que ubicó presencia de «tierras raras» al norte de Salinas Grandes y en el extremo sur de las Sierras de Tusaquillas.
Otro punto donde se detectaron estos materiales es Mina Pirquitas, yacimiento ubicado en el noroeste de Jujuy en el que la canadiense Silver Standard Resources explota plata, zinc y estaño.
Similar al coltán, estos minerales son demandados por las automotrices que promueven vehículos híbridos, las empresas de celulares y los dueños del negocio de la fibra óptica.
China controla el mercado de «tierras raras»
El monopolio de este conjunto de elementos es potestad de China, que controla cerca del 90 por ciento de la provisión mundial. La potencia asiática tomó el control del mercado de las «tierras raras» a fines de los años 90 cuando, por política de gestión ambiental, Estados Unidos cerró su mina californiana de Mountain Pass.
Desde entonces, el bloque europeo y los países de relevancia en cuanto a producción tecnológica como Japón, Corea y, por supuesto, Estados Unidos, dependen de la producción china, que a nivel anual promedia las 120.000 toneladas extraídas.
Entidades con peso en los pronósticos financieros como el banco de inversión suizo UBS estiman que la demanda de estos minerales trepará al menos un 300 por ciento en los próximos 5 años impulsada por la mayor venta de vehículos eléctricos –integran al menos 1 kilo de «tierras raras» en la mecánica de sus motores– y la instalación multiplicada de turbinas energéticas eólicas –incorporan cerca de 200 kilos de esos materiales–.
Ante estos números y frente a la perspectiva en términos de eventuales exportaciones de estos elementos, tanto Morales como los popes de la minería argentina y trasnacional van por un negocio que promete millones a partir de un Primer Mundo «adicto» a las nuevas tecnologías.