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Los ojos de Hebe. Por Hugo Gulman

Se dirán millones de palabras en todos los idiomas. Esto, simplemente, es lo que produjo Hebe a una persona en una entrevista

-Papá, tenés que escribir eso que me contás, me dijo Naty. Y aquí estoy, obedeciendo a una de las personas que más me conoce por haberme padecido como padre durante más de treinta y ocho años. Debo haberle contado entusiasmado mi experiencia reciente, entremezclada con emoción, ternura y altísimas lecciones de lucha, dignidad y soberanía.

Hoy estuve un largo rato junto a Hebe de Bonafini compartiendo su programa de radio en Caput. En los días anteriores tuve el gusto de hablar y coordinar con Rafael Correa un diálogo sorpresa con ella, además de participar en varios tramos de la entrevista.

Vi personalmente a Hebe unas cuantas veces aunque no tantas intercambié con ella algunas palabras. Y digo, ¡qué ojos tiene Hebe! me quedé tildado con los ojos de Hebe. La miraba y no podía  quitar mis ojos de los suyos. La miraba y veía  sus movimientos, su color, su profundidad de un azul celeste tan especial que conmueve.

Y la mirás y te mira, y fija sus ojos en los tuyos e intercambiás conversaciones imaginadas, deseadas, querés saber todo de ella y le decís con tus ojos que sabes lo que sufrió y te encantaría abrazarla y hablarle de tu admiración. A la vez, sentís que consuela tus dolores con la fuerza y la energía que te falta cuando flaqueás, y ya sabes que ella no. Ella sigue y sigue y -como le dijo en ese momento a Correa- en pocos días cumplirá  noventa y piensa seguir ‘viviendo y jodiendo’ muchos más.

Entonces, en esos ojos increibles encontrás  lucha y amor. Tienen sabiduría y vida, me emocionaba y me gustaba mirarla convencido de que si persistía no tardarían mucho en caer algunas lágrimas.

Rosario, una de mis compañeras de Caput, decía que esos ojos son el reflejo de su transparencia porque expresa lo que le nace sin poner filtros a sus decires… ni a sus silencios. Sabe mirar y sorprende su memoria para registrar y tomar nota de las situaciones y personas con las que trata.

Cada entrevista difícil e importante tiene un sabor muy especial. Ese año tuve la oportunidad de conversar varias veces, tanto al aire como en off, con el ex presidente de Ecuador, Rafael Correa, algo poco frecuente y que obliga a aguzar los sentidos. Sin embargo, mientras mis oídos se ocupaban de Rafael, mis ojos se iban inevitablemente hacia Hebe.

Hoy, cuatro años después, ya circula en todo el mundo la ¿muerte? de Hebe. Por ahora, a tan pocos minutos de conocerse la noticia necesito seguir hablando en presente. Quedan millones de recuerdos, testimonios, audios, videos, palabras y enseñanzas. A mí también me quedan sus ojos.

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